Hoy, muchos de nosotros, la mayoría, o sino todos, en lugar de estar en la oficina, nos encontramos trabajando sólos desde nuestras casas, lejos de nuestro equipo de trabajo. Y así seguiremos por varias semanas, meses, o quién sabe cuánto más. He estado pensando sobre las cosas simples que tan a menudo damos por sentado; las cosas que el virus hoy nos ha quitado. Permíteme compartir contigo algunas de esas reflexiones.
Cuando esto termine, que nunca olvidemos:
- El calor de un abrazo.
- El poder de un apretón de manos.
- Las conversaciones casuales con colegas.
- El café con un amigo.
- El aburrido martes.
- El sonido de la risa.
- El tener acceso a cualquier cosa.
- La promesa de «Te veré luego».
- La bendición de un «Dios te bendiga».
- La frustración en un «Esperemos hasta mañana».
- La reunión que nunca se programa.
- El proyecto que nunca comenzó.
- El viaje lleno de gente, al trabajo.
- El gusto de estar en comunidad y de tener un equipo.
- La esperanza del mañana.
Cuando esto termine, podremos encontrar que nos hemos vuelto más como las personas que…
- queríamos ser
- fuimos llamados a ser
- esperamos ser
…y que podamos permanecer así. Que a causa de lo peor que hemos pasado, terminemos siendo mejor persona con los demás.